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Adviento

“Viene el Señor, Aleluya,

 y en su día brillará una gran luz, Aleluya”.

Virgendeladviento

En el tercer Domingo de Adviento

"Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito: estad alegres. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca. Nada os preocupe; sino que en toda ocasión, en la oración y súplica con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios".

Con esta antífona de Entrada en la Eucaristía de este tercer domingo de Adviento, la Iglesia, nuestra madre, nos anima a esperar con alegría la venida ya cercana de nuestro Salvador. Pero esta alegría tiene que ser la expresión de una conversión total y continuada del corazón como nos pide Juan bautista en el Evangelio de hoy. También nosotros debemos preguntarnos con sinceridad: ¿Qué debemos hacer?

En este camino del Adviento que estamos recorriendo es necesario revisar nuestra vida a luz de los textos litúrgicos y de la Palabra de Dios en ellos contenida para preparar nuestro corazón mediante esa conversión interior; es preciso estar vigilantes para "salir a su encuentro con las lámparas encendidas" y profundizar el "Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios, Jesucristo, nuestro Señor". Solamente cuando nos despojemos de nuestra mentalidad mundana y nos vaciemos de nosotros mismos podremos ser revestidos de Cristo y transfigurados en él.  En ese día la "misericordia entrañable de nuestro Dios" abrazará nuestra miseria humana; su luz esplendorosa iluminará nuestras tinieblas siendo por Él transformados en "hijos de la Luz".
Entonces Cristo habrá nacido en nosotros.  Es pues, la alegría de sentirse perdonados y de saber que Dios nos ama y que está en medio de nosotros. Así nos lo anuncia el Profeta Sofonías en la primera lectura de la Misa de hoy:

"Regocíjate, hija de Sión;

Grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén.

El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsadoa tus enemigos.

El Señor será el rey de Israel, en medio de ti, y ya no temerás.

Aquel día dirán a Jerusalén: No temas, Sión, no desfallezcan tus manos.

El Señor tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva.

El se goza y se complace en ti,

te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta"

Con el salmo responsorial cantamos:

"Gritad jubilosos: "Que grande es en medio de ti el Santo de Israel
                                                                           
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El Señor es mi Dios y Salvador;
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.

Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas
.

Tañed para el Señor que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra,
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
"Que grande es en medio de ti el Santo de Israel.

                                                                             velaadviento                                                   


                   “Estás viendo, Señor, cómo tu pueblo espera con fe el nacimiento de tu Hijo; concedenos llegar a la Navidad, fiesta de gozo y salvación,  y poder celebrarla con alegría desbordante.”  (Oración del 3º Domingo de Adviento)


                                                                               motivo


San Bernardo

                   Del Sermón tercero de Adviento                                     

Cuando considero, al celebrar este tiempo de adviento del Señor quién es el que viene, me desborda la excelencia de su majestad. Y, si me fijo hacia  quienes se dirige, me espanta su gracia incomprensible. Los ángeles no salen de su asombro al verse superiores a aquel a quien adoran desde siempre y cómo bajan y suben, a la vista de todos, en torno al Hijo del Hombre. Al considerar el motivo de su venida, abarco, en cuanto me es posible, la extensión sin límites de la caridad. Y cuando me fijo en las circunstancias, comprendo la elevación de la vida humana. Viene el Creador y Señor del universo. Viene a los hombres. Viene por los hombres Viene haciéndose hombre.

Alguien dirá: "¿Cómo puede hablarse de la venida de quien siempre ha estado en todas partes? Estaba en el mundo, y aunque el mundo fue hecho por él, el mundo no lo conoció". El Adviento no es una llegada de quien ya estaba presente; es la aparición de quien permanecía oculto. Se revistió de la condición humana para que a través de ella fuera posible conocer al que habita en una luz inaccesible. No desdice de la majestad aparecer en aquella misma semejanza suya que había creado desde el principio. Tampoco es indigno de Dios manifestarse en su propia imagen a quienes resulta inaccesible su identidad. El que había creado al hombre a su imagen y semejanza, se hizo hombre para darse a conocer a los hombres.

La iglesia universal celebra cada año la solemne memoria de la venida de tanta majestad,  tanta humildad y tanta caridad, e incluso de nuestra incomparable exaltación. ¡Y ojalá fuese una perenne realidad! Sería lo más propio. ¡Qué incongruente es la vida humana después de la venida de Rey tan extraordinario si buscamos y nos comprometemos con otros asuntos embarazosos en vez de dedicarnos a este único culto, dejando de lado en su presencia todo lo demás! 

Guardaos, hermanos, de imitar a los malos y no tengáis envidia de los que obran la iniquidad. Pensad, m´s bien, en su destino, compadeceos entrañablemente de ellos y orad por los que viven enredados en el pecado. Obran así, los infelices porque desconocen a Dios, pues si lo hubiesen conocido, nunca habrían provocado al Señor de la gloria en contra de ellos.

Para nosotros, amadísimos, no hay excusa de ignorancia. Sabes bien quién es. Y sidijeras que no le conoces, serás comolos mundanos, un mentiroso. Pero supongamos que no le conoces; respóndeme entonces: ¿quién te trajo a este lugar? ¿ Cómo llegaste aquí? ¿Quién te ha persuadido de renunciar espontaneamente al cariño de tus amigos. a los placeres del cuerpo, a las vanidades del mundo, y encomendar tus afanes al Señor, descargando en él todo tu agobio? Nada bueno te merecías; al contrario, mucho mal, según el testimonio de tu conciencia.  Quié, repito, popdría persuadirte de todo eso, si ignorabas que el Señor es bueno para los que esperan en él y para el alma que lo busca? ¿Si no supieses que el Señor es bueno y piadoso, muy misericordioso y fiel? ¿Dónde has aprendido todo esto sino en su venida a ti y en ti?

Conocemos, efectivamente tres venidas suyas: a los hombres, en los hombres y contra los hombres. Vino para todos los hombres sin condición alguna, pero no así en todos y contra todos. La primera y tercera venidas son conocidas por ser manifiestas. Sobre la segunda venida, que es espiritual y latente, escucha al Señor que dice: "El que me ama, cumplirá mi palabra; mi Padre lo amará, vendremos a él y en él haremos nuestra morada. Dichoso aquel en quien haces tu morada, Señor Jesús. Dichoso aquel en quien la sabiduría se ha edificado una casa. Ha labrado siete columnas. Feliz el alma que es trono de la Sabiduría. ¿Quién es esta? El alma del justo