Monasterio de Alloz

                                                                                                                                 Inicio  Historia  Espiritualidad   Actividades   Comunidad   Acogida  Ven y Sígueme  Documentos



La Caridad


San Doroteo de Gaza

Si tuviésemos caridad acompañada de compasión y de pena, no nos fijaríamos en los defectos del prójimo, según esta palabra: la caridad cubre multitud de pecados (1Pe 4,8) y también: la caridad no tiene en cuenta el mal, todo lo excusa (1 Cor 13,5-7). Por consiguiente, si tuviésemos caridad, ella cubriría todas las faltas, y seríamos como los santos cuando ven los defectos de los hombre. ¿Es que los santos son unos ciegos que no ven los pecados? Pero ¿quién puede detestar los pecados más que los santos? Y sin embargo, ellos no odian al pecador, no lo juzgan, no lo evitan. Al contrario, lo compadecen, lo exhortan, lo consuelan, lo cuidan como a un miembro enfermo; hacen todo por salvarlo... Cuando una madre tiene un hijo físicamente anormal, no por eso se aparta de él con horror, sino que lo viste todo cuidado y hace todo lo posible por que resulte agraciado. Así también los santos protegen siempre a los pecadores, los disponen y se hacen cargo de ellos para corregirlos en el momento oportuno, para estorbar que hagan daño a otros, y también para avanzar ellos mismos en la caridad de Cristo...

Consigamos, pues, también nosotros la caridad; consigamos la misericordia con el prójimo, para librarnos de la maledicencia, de la crítica y del menosprecio. Ayudémonos los unos a los otros, como miembros propios... Porque nosotros somos miembros unos de otros, dice el Apóstol (Rom. 12,5); cuando un miembro sufre, todos los miembros sufren con él (1Cor.12,27)... En una palabra, que todos tengamos cuidado en estar unidos los unos a los otros. Pues cuanto más unido está uno con el prójimo, más unido está con Dios.

Para que comprendáis mejor el sentido de esta palabra, os voy a presentar una imagen sacada de los Padres: Suponed un círculo trazado sobre la tierra, es decir, una línea redonda trazada con un compás y con un centro. Precisamente se llama centro al medio del círculo. Atended bien a lo que os digo. Imaginad que este círculo es el mundo, que el es Dios, y que los radios son los diversos caminos o maneras de vivir de los hombres. Cuando los santos, deseosos de aproximarse a Dios, se dirigen hacia el centro del círculo, en la medida en que penetran en su interior, se acercan unos a otros y al mismo tiempo a Dios. Cuanto más se acercan a Dios, más se acercan unos a otros; y cuanto más se acercan unos a otros, más se acercan a Dios. Y comprendéis que lo mismo pasa en sentido inverso, cuando uno se aparta de Dios para retirarse hacia el exterior: es evidente entonces que cuanto más uno se aleja de Dios, más se alejan unos de otros, y cuando más se alejan unos de otros, tanto más se alejan de Dios.

Esta es la naturaleza de la caridad. En la medida en que nos encontramos en el exterior y que no amamos a Dios, en esa misma medida nos encontramos alejados cada uno de su prójimo. Pero si amamos a Dios, cuanto más nos acercamos a él por la caridad, estamos en más comunicación con la caridad del prójimo; y cuanto más unidos estamos al prójimo, tanto más lo estamos a Dios.

Subir al principio